Te convertiste en mi miedo.


"Escribí esto borracha, como el día que te conocí.
Pero es una de las mierdas que he escrito con mayor sentimiento."


Te observo, y sé de buena mano que estás deseando que me aleje de ti; que no soportas que pueda seguir mirándote de esa manera después de todo. Tu pulso comienza a acelerarse, y tengo miedo de pensar que puedes estallar aquí mismo.
Lo sé, quizás sea demasiado tarde para pedirte perdón, explicaciones y un par de tequilas con limón, por si nos vienen encima los restos de aquellos malos tragos que nunca supimos aceptar sin demasiado orgullo, pero sabes de sobra cómo soy, y que llevo demasiado tiempo esperando para volver a mirarte a los ojos.

 No sé en qué piensas, ni qué sientes. Solo que ahora mismo tú también crees que no nos queda nada que mantener vivo. Que lo mejor es seguir fingiendo delante de todos y pedirme con la mirada que me aleje, y que no debería haber vuelto precisamente ahora que volvías a sonreír, a creer en alguien que podría volver a llenarte de nuevo.
Crees que soy una estúpida, pero sigues recordándome. Y duele, lo sé. Duele saber que tienes a menos de unos centímetros esa luz, y no poder agarrarla y mantenerla a tu lado para que la oscuridad desaparezca.
Yo ya perdí mil primaveras y el orgullo por buscar en otros labios la luz que tienen los tuyos.



Por eso no puedo exigirte que recuerdes. Sería demasiado egoísta después de tanto intentar olvidarte.
Aunque a veces dentro de mí resuene un eco de aquel: "Ojalá cuando todo pase me sigas queriendo" y lo derrumbes todo.
Cuando a mi mente vuelven trozos de tus tardes, de tus miedos, y de todas esas veces que lograste desnudarme el alma. Cuando soy demasiado frágil como para luchar contra ti.

Quizás, como esta, todas las canciones de amor estén repletas de mentiras. No voy a olvidarte, te lo prometí, pero ninguno de los dos puede hacer nada para seguir creyendo en esto.
Treinta noches más y llegará Noviembre.
Quién sabe, quizás entonces llegue el día en el que por fin consiga mandar a la mierda todo lo que pudimos ser y no fuimos.

Pero espera.
Solo un segundo más, y podrás volver a olvidarme. Ahora, necesito que me escuches atentamente, por qué ni si quiera yo sé cuando mis palabras se convertirán en las últimas que pronuncie.
Necesito que me expliques por qué siempre que me alejo, aquí siempre queda un jodido hueco para ti.
Estoy cansada de mentirme a mí misma y decir que ya no me importas, si me estoy muriendo por dentro por cada minuto que no te tengo. Cansada de este juego de idiotas, de las noches de pulso acelerado sin ti, de las ganas de más, de los peros, de los quizases y de tu jodida imitación de indiferencia que me ahoga cada vez que te marchas.


Te lo dije, jamás seremos el amor de nuestras vidas.
Pero te has convertido en mi jodido mayor delirio.



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