Palabras, palabras, palabras...

¿Me seguirá doliendo el alma cuando pare de llover?

Imagina que escampa y volvemos a vernos. 
Ahí estamos, los dos, tan cuerdos y desconocidos como antes, pensando en lo mucho que llueve en Diciembre.
Palpitamos, como los corazones o los ojos húmedos, mientras los segundos se miden en latidos antes de las doce. 
Tik. Tok. Tik. Tok.
Entonces es cuando sonríes y entiendo que se ha acabado.
Y es que lluvia y llanto no se diferencian tanto.
(A ver si lo superas).


Gris, azul y negro. Frío y luces de neón anunciando descuentos.
Así éramos. Tan ciudad y tan misterio.
Como si el miedo a conocernos nunca pudiera superar la emoción de mirarnos y echarnos en cara lo poco que nos vemos, y en silencio, lo felices que seríamos mañana. 
No sabíamos cuando volveríamos  a vernos.
Eso me encantaba.
Teníamos más que perder que todos esos cobardes. Y ahí seguíamos, rogando minutos sin hablar, esperando que el reloj parara. 
Entonces me besaba.
El mundo se callaba y yo empezaba a gritar.
Afónica y llena como la luna, reflejada en unos ojos de "ahora sé por qué me enamoré de ti".

Hoy quiero verte.
Por si las moscas.
Por si la luna.
Por si mañana no llueve.

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