Amor en subjuntivo.


"Siempre fuiste mi espejo.
Quiero decir, que para verme, tenía que mirarte."

Es lo último que pienso cada vez que busco tu boca en otra boca cuando voy borracha. O cuando me faltan ganas para salir del bar ese que acabó condenándome hace años. 
Hombre, también pienso en el mar; pero sé que eso no lo entenderías. Porque, en realidad, hace tiempo que dejé de imaginarte. 
Perdón, imaginarnos. 
Nunca se me han dado bien las despedidas.

Ayer volví a pedir café frío, y Cortázar me dijo que en realidad no te quiero, que solamente quiero la imposibilidad tan obvia de quererte. Como si fuese el guante izquierdo enamorado de la mano derecha.
Siempre podré decir que nos enamoramos a medias.
O a la mitad, para no cambiarte nunca.

Y tú aquí, delante mía, siempre quejándote de todo y a la vez fingiendo no darle importancia a nada. Viviendo de esperanzas, sin siquiera saber qué esperas.
Quizás todo dura siempre un poco más de lo que debería.

Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir se desborda del alma.

Que te quiero.
Aunque nunca fuese suficiente.




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