La canción de Viva Suecia que parece que me escribiste

Fueron muchas las noches de montaña rusa en las que no quise despertarte. Fueron muchas también en las que la culpa me atraía y me alejaba de ti como un enorme imán que me despolarizaba con la simple idea de pensar en tenerte cerca.

Sube rápido y me enciendes
Si he llegado a ser consciente
Lo he negado hasta la saciedad


No bromeaba. Una de esas noches sentí que si no te abandonaba pronto iba a hacerme adicta a aquella sensación, a aquel vínculo invisible que había negado hasta la saciedad.

Hay un tipo de tristeza
Que no llega a la cabeza
Dudo que sea digno de admirar

Pero no lo hice. Me quedé allí tumbada, con las manos sobre el rostro y un nudo en la boca del estomago que aprendió a hablar y solo sabía repetir «¿pero qué te pasa?».
Como si algo fuera a cambiar por gritarlo más alto.
Como si la respuesta no fuera otra que aquel sentimiento que mi pecho se esforzaba por mantener callado, dormido, para no destruirme un poquito más de lo que ya estaba.

Ahora no te mueras
No me entiendas
Cállate
Destrózame la vida

Sentía que si te lo explicaba te irías de allí. Que me abandonarías en aquel mar que habíamos creado sin intención y yo volvería a mi jaula con ese sabor insoportable a sal que te deja el comprender que estabas a punto de ahogarte.

Esas son mis normas hoy
Mañana cállame
Destrózame la vida

Porque en el fondo quería hacerlo. Quería ahogarme. Quería que todo lo que escuchara a partir de entonces fuera el sonido hueco de las olas contra las piedras y que lo único que sintiera era mi respiración contenida, casi a punto de inhalar.


Más prohibido que imposible
Todo lo que nos implique
Es justo lo que quiero conservar


Pero te quedaste ahí, sosteniendo mi cintura mientras yo simulaba ser una niña pequeña aprendiendo a nadar.
Porque lo sabía.
Sabía que si a partir de entonces me soltabas podría flotar sobre la superficie. Sabía que resistiría.
Y no te dije nada.
No podía permitirme hacerlo. No quería aprender si eso significaba desprenderme.

Cada vez que me decías
«Mira, imbécil, mis heridas»
Me sonaba un tanto familiar


Y así se construyó aquel canal invisible, a base de trocitos de esperanzas, con los cimientos que proyectaron las voces mudas de mi cabeza. Las mismas que repetían, una y otra vez, los miles de silencios que nunca han sido incómodos entre nosotros.

Ahora no te mueras
No me entiendas
Cállate
Destrózame la vida


¿Seguirás aquí cuando todo esta tempestad nunca amaine y me descubras debajo del huracán? ¿Seguirás queriendo mirarme aún sabiendo los destrozos que llevo a las espaldas y que se acaban de convertir en ruinas marinas para siempre?

Esas son mis normas hoy

No puedo prometerte que el vendaval se calle.
No puedo jurarte que me construiré de nuevo a partir de ti.

Mañana fóllame

Pero a veces tú puedes convertirme en agua y hacer que la tormenta parezca paz. El viento brisa. Las balas sal.
Aunque todo de nuevo quizás acabe saliendo mal.

Destrózame la vida


[Feliz cumpleaños, M.]

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