Y tal cual, fuiste verso.


“Tu problema es que tienes el corazón más abierto que las piernas, pequeña.

Tu alma no está hecha para un mundo en el que un golpe vale más que una palabra. Donde se derraman más litros de sangre en guerras que agua potable. 
Y mientras, tú te ocultas tras muros de poesía de prosa sin verso.

Por eso, cuando alguien del exterior acaba ahí dentro, no consigues encontrarte.
Los sentimientos acaban en caos, y eres incapaz de diferenciar el odio, el amor, el placer o las náuseas.

Y sé que es jodido.

Te desnuda. 
Te vuelves humo y cristal y acabas con diez años menos llorando en la esquina de tu consciencia. Deseas que se vaya, que acabe de desmenuzar en dos miradas cada uno de tus complejos, pero ahí sigue.

Entonces es cuando echas el valor que jamás has tenido para hacerte oír con tres estrofas en subjuntivo. Cuando decides mirarle tú. Cuando descubres que en su alma también se escriben compases.
Y él se va.



Vuelven las noches de mierda y cuchara.
De analgésicos y folio. 
De suspiro, verso, suspiro.

Tardas años en reconstruirte, pero siempre sales.
Y eso es admirable, pequeña.
No comprendes lo grande que eres, ni lo pequeño que me haces a mí cada vez que lloras. Eres  capaz de hablar por los ojos, de mentir sin palabras.
Y eso es éxtasis. Y temblores. Y heroína.
Mí heroína.”

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