Truenos

Tengo un ruido brillante encerrado en el puño de mi mano izquierda. Un silbido tibio que acaricia los vértices de mis dedos y no me deja sola ni cuando verdaderamente lo necesito.

Desde mis raíces absorbo el sonido estanco de los minutos con los que se llenan los días, los mismos que teñidos de azul y gris me nutren, me componen, me envenenan.

Hay veces que necesito tanto el silencio que el más mínimo susurro hace que me lleve las manos a la cabeza y la agite con violencia, deseando que con el brío de mi propio cuerpo el mundo se difumine y llegue a cualquier otro sitio con paredes.
Las necesito tanto.
Los límites, los cuadrados, los espacios cerrados donde dejarme morir sin miedo a que algún inconsciente me encuentre y destruya la única parte de mí por la que sigo sintiendo aprecio.

Allí he creado un monigote de cera oscura que sonríe y se mueve al son de un código escrito con los años. Actúa de forma autónoma, pero ya no recuerda que el sabor de una lágrima es salado ni que el dolor al desprenderse de la vieja piel también es necesario.

Lo que más odio de él es su perfecta capacidad de desoírme. De obviar cada chillido ronco con el que mi estómago se desgarra. Como si estuviera en una pesadilla en la que gritar es imposible. Como si hubieran cosido mis labios contra otros labios y me convencieran de que eso es el amor.

El monigote asiente y dibuja muescas grotescas que no reconozco, pero sé que siente un pánico atroz porque yo vuelva a tomar el control. Porque todo el mundo comprenda su vacuidad y lo destierren al mismo abismo de olvido y píldoras insípidas del que fue engendrado. 

¿Cómo te explico entonces que no soy yo? 

Que de mi garganta vierto una voz que no es mía y no me permite librarme de esta máscara hiperexpresiva que me oprime el rostro, el cuerpo y el alma.

¿Cómo coño te confieso ahora que no sé a qué suena mi llanto, a qué sabe mi sangre ni cómo es el tacto de mis entrañas? 

Cómo te explico que yo no soy así.

Cómo te explico.

Que yo no soy.

Yo, que no soy.

Y que seguiré sin ser hasta que me acabe.