Carta XX: Mi muerte estaba viva.

"El verbo sangrar es bonito porque expresa la salida del cuerpo de lo que me hace vivir.
A lo mejor rebuscando bien encuentro una palabra que saque lo que me mata, también."

Sellé la carta con un beso y la guardé en el cajón después de escribirla. Tenía apenas tres párrafos con la misma medida y mi incontinencia de palabras. Sé que algún día entrará alguien a recogerla.
Mientras la escribí miré hacia atrás en varias ocasiones; la música estaba demasiado alta y yo tenía miedo de que alguien me agarrase por detrás para matarme allí mismo.
Nada que no pudiese volver a superar.

"Pasarán los años y esa foto se hará amarilla."
Aún lo recuerdo como si Charly lo hubiese escrito para mí ayer.
Mi habitación no ha cambiado un ápice desde el día que me arrebató mi niñez con su mirada precoz y mis ansias imaginarias. Quizás era demasiado niña para un mundo todavía trazado a lápiz, con sombras negras y ojeras de llorar por lo que aún no existía. Yo lloré porque creía que la felicidad era perder la virginidad con el que jamás será padre de mis hijos.
"Si no lo hacemos tú y yo, aquí no hay nadie más."
La obligación de cambiar el mundo cayó ese día sobre mis hombros como un peso muerto que desaparecía con sus besos y mis ganas de reformar aquel cuarto y pintarlo de gris. Era tan oscura que mi piel jamás volvió a coger color.

Ahora soy pálida y no me gusta el sol, pero la sal me sigue reconfortando. Conocí a un chico raro que siempre hablaba de música. Me gustó. Le tenía más pánico a vivir que yo. Me besó y comenzó a bailarme los dedos en la espalda esa misma noche. Me imaginé a veces en la orilla actuando en un sueño de una noche de verano, pero siempre fue invierno mientras no me besó.
Durante mi vida he cambiado labios por fotos mentales y manos por citas de gente muerta: es justo llamarme idiota.


Comencé a contar arrugas a los dieciséis, aún miro al cielo cuando se vuelve de espaldas y les grito a los de arriba que vengan a reinventar todos esos axiomas porque siempre he sido la única que nunca los entendió.
Volví a casa porque mamá necesitaba olvidar y yo una manta nueva en la que envolver todo lo que no me gusta de vosotros.
"Yo no soy feliz contigo", y aún así me quiso como si su mundo hubiese sido dibujado por mí.
Luego lo dejé porque creí sentirme bien con todo esto.

Empecé a actuar como alguien normal. Mi cuarto seguía igual, aunque trasladé los libros al armario. Salía a beber como si tuviese potestad para vivir una vida simple; yo, que tenía que salvarlos a todos. Por eso bebía y comprendía a Truman Capote cuando bailaba bien. No me alejé de nadie, pero comenzaron a verme rara y sabía que el chico guapo tenía ganas de escupirme en la copa. Efe me cuidaba mientras yo le decía al mundo que me lanzase más polvo desde las nubes.
Me olvidé de quien me quiso y lloré por quien estaba hasta los huevos de verme feliz. Me acordé de mi padre y terminé de culparme al descubrir que en realidad nunca había pasado el tiempo ahí fuera.

Levanté el telón y comencé a pasear. No pisé la arena el día que lo conocí.
Tenía la sonrisa de los que no tienen nada que perder y un par de tatuajes en idiomas que aprendería en pocos meses.
"Una travesura rápida más y lo dejo", lo prometo.
Me agarró de la mano y no pude volver a acercarme al mar sin sentir remordimientos.
Hoy me llama algunas tardes y me pide que me quede a enredarme a dormir. Nunca acepto, pero sabe que se me van los ojos a su cuello cada vez que no puedo mirarle a la boca. Le hice una foto cuando no miraba y la tengo colgada junto a la ropa sucia por eso de que el roce de las metáforas hace el cariño.
Yo no sé qué ha pasado, sólo que ya no me siento miserable.
Me pidió que le prestase el aliento y lo llamé gilipollas. Volvió a reírse y me atrapó.
"Yo soy aire solo contigo."

Ahora por la noche sólo su boca sabe a más.

Comentarios

  1. El verbo sangrar es bonito porque implica hasta qué punto el ser humano demuestra que le importa algo y se lanza a por ello, sin importarle las consecuencias. Bonita entrada. Besos.

    http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2015/04/el-nervio-del-volcan-el-fin-de-caifanes.html

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