Bohemian.

Recuerdo cuando los pedazos rotos de mi orgullo seguían buscándote. Tú siempre tan racional, tan perfectamente incondicional. Inaccesible. Aún hoy sigue sonando Eric Clapton en mi almohada, y se escucha tu risa de eco estéreo, casi etéreo. Intimamente tuyo.
Estratosfera de sonidos huecos, olor nieve. Puros trozos de una historia que nunca acabaremos, y no precisamente porque no tendrá final. 
'Lo siento, lo hago lo mejor que puedo.'
Con la cabeza llena de "ojalás" imposibles, de silencios de tus labios antes del caos y ese llanto camuflado en tres sonrisas que nunca verán un mundo diferente. No quiero morir respirando miedo, con un cuerpo totalmente congelado y el corazón sangrando a borbotones en un compás simple de dos por cuatro. 
Cuatro notas más y acabará la estrofa. Ve preparando combustible, o mejor, apriétame fuerte las manos, porque no creo que mis poros aguanten más agujas. 
Porque yo no soy como un orgasmo, un garrotazo de sinceridad, o como esos encogimientos de estómago de nuestros 'cada vez que te veo'.


Y pensar que empezamos tan locamente rasos, y que luego se nos jodió el cielo. Y que estoy llorando lo mismo ahora que te has ido que cuando creí que volviste. Y tiro las almohadas al suelo de rabia, como cuando antes las tirábamos porque estorbaban. 
Cruel ironía. 
Sé que ambos entendemos los nudos en la garganta y los tragos secos de rabia sin morfina. Siempre quise una personalidad de esas en la que todo te la resbala y tus ojos son los únicos que mienten por las noches.
Aun me queda encender todas las luces de mi habitación, y seguir llorando.

Yo nunca seré tu Layla.

Comentarios

Entradas populares