Cinco gramos.

"Y entonces te callaste, porque eres de esos que saben que a veces hay que morir callando.

Con todas las heridas que muestras, y yo sé que no enseñas ni la mitad.
Tengo la intuición de que a veces revientas tú solo, de que sabes lo que es llorar al pulsar una tecla. De que te cuesta un huevo, el izquierdo, el del talento, vomitar sentimientos.
Y aun así,  los dejas siempre igual. Esperas a que llegue yo y los recoja otra vez.
 A que te diga que todo está bien, y tú te hagas el macho. Que hagas como que no te importe.

Me extraña que aún no sepas que puedo leer dentro de ti.  En ese puntito negro que tienes en el centro del iris marrón chocolate, bajo un mar de pestañas que pierden protagonismo si sonríes.



Comparado con la sensación que provocas en esos segundos, no es mucho lo que yo puedo ofrecerte.

 Sí, sé que algún día te cansarás de que te repita que no soy diferente a ellas, que no soy especial, ni valgo más que cinco gramos de marihuana (yo ya no quiero gramos si no son de tu cuerpo), y de lo poco que soy, me duplicaría por el hecho de verte sonreir dos veces.

Sé que te cuesta reconocer que puedo comprenderte aunque no sepas explicarte, aunque dejes las cosas en el aire, aunque pienses que no se leerte los ojos y a veces te vas a kilómetros de distancia de mí en una milésima de segundo.

Pero escúchame, porque no voy a volver a repetírtelo.
Yo eso nunca te lo diré en voz alta, por si se hace realidad, y decides morir callando.
Lo haría a tu lado.
Lo juro."

Tengo ganas de ti.

Comentarios

  1. Muchas gracias, tía.
    Me cuesta bastante llevarlo adelante, así que cosas como esta, se agredecen mucho.
    Me paso, prometido.
    ¡Un besazo enorme!

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